«Que produzca la tierra toda clase de plantas, que produzca el agua toda clase de animales, y que haya también aves que vuelen sobre la tierra Que tengan muchas crías y llenen los mares ..»
¿Qué os pasó por la cabeza cuando os llegaron estas palabras? Nosotrxs pensamos que la conciencia ambiental era, o es aún para algunxs, tan antigua como la creación del mundo; cada ser vivo alberga en sí la perfección absoluta y al mismo tiempo es tan fácil romper esa armonía… También nos suena a que hoy en día damos por hecho que esto es un grifo de recursos que nunca se agotará, el cual nos lleva a un consumo irresponsable e incontenible de cosas innecesarias en su mayoría.
Religiones aparte queremos haceros reflexionar acerca del modo de interactuar que tenemos con la naturaleza
Los seres humanos hemos hecho de la naturaleza nuestro pozo de los deseos hasta las últimas consecuencias. Pero ¿Hasta qué punto somos dueños y señores de cada uno de los seres vivos que conviven con nosotros? ¿Seremos capaces de hacer un buen uso de los recursos naturales o seguiremos gestionándolos penosamente?
¿Nos encontramos tan carentes de emociones verdaderas que solo nos queda saciarnos de posesiones que nos den ese subidón momentáneo?
Bien es cierto que esto es una situación que solo se da en ciertos países “privilegiados” en los que la supervivencia no es el pensamiento primario cada amanecer.
El consumismo consiste en adquirir y desechar bienes en plazos muy breves por razones de moda o prestigio más que por una necesidad, todo ello fomentado por la publicidad y valores que en la sociedad en la que vivimos se nos inculca.
Antiguamente las actividades humanas se basaban en satisfacer las necesidades primarias (alimentación, vivienda y vestido) siendo el impacto ambiental mínimo, pero conforme pasaron los siglos la humanidad fue creando unas necesidades secundarias no indispensables para sobrevivir.
Durante la extracción de recursos naturales se obtienen materias primas y energía de la naturaleza para producir bienes y servicios. Muchos de estos recursos no son renovables o se regeneran muy lentamente, lo que supone una alteración de los ciclos o la capacidad de regeneración de algunos y por otro la producción de materias primas y energía contaminante. También hay que tener en cuenta que en la producción y distribución de los productos muchas veces el precio no refleja el coste ambiental o social real (contaminación o mano de obra barata) que afectan a la salud y calidad de vida de las personas.
Al final de toda esta cadena de montaje están, por supuesto ,muchos de estos productos que acabaran en vertederos o quemados para su valorización energética, ya que la producción de basura se ha duplicado en las últimas 3 décadas siendo su gestión un gran problema.
El envasado excesivo, agricultura y ganadería intensiva, la obsolescencia programada de la industria tecnológica, o la “fast fashion” son algunos de los numerosos ejemplos por los que ya se dice que necesitaríamos 3 planetas para cubrir el ritmo actual de consumo. Una de las razones por las que además se promueve una alimentación vegetal es para paliar ese excesivo uso de las tierras para el ganado.
En fin, todo esto no es nuevo, nos llega mucha información desde todos los flancos, pero solo cuestiónate la próxima vez que vayas a comprar lo siguiente: ¿Para qué lo haces? y sobre todo ¿Desde dónde lo haces?… ¿parte de una necesidad o quizá de una carencia programada de consumo?
Tal vez cuando no nos sintamos separados de la naturaleza estaremos un paso más cerca de la Unidad y será entonces cuando nos demos cuenta de que las palabras “Él tendrá poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y los salvajes, y sobre los que se arrastran por el suelo” tenía más que ver con una cuestión de responsabilidad que de poder.
VHappy my friend 😉